Si eres estudiante o trabajador seguramente hayas tenido problemas de concentración en algún momento. Por ejemplo, cuando te estás preparando para un examen, intentando hacer un trabajo, formándote en alguna nueva rama (o uno de nuestros cursos), preparando una exposición.
Estas son tareas que requieren de una gran atención y motivación suficiente para mantenerla durante largos ratos. De hecho, así se marca la diferencia entre aprobar y suspender el curso. Por eso venimos a hablarte sobre qué es la Técnica Pomodoro y de por qué la necesitas.
Antes de empezar, nos gustaría destacar que por encima de cualquier técnica, método o estrategia de estudio/trabajo, está el conocimiento sobre ti mismo. Es decir, tienes que saber qué capacidad de concentración tienes y cómo eres más eficiente trabajando. Puede ocurrir que seas una persona de las que cuando comienzan a trabajar se abstraen del mundo que le rodea, que se motiva.
En este caso, seguramente te resulte mucho peor parar cada 25 minutos qué hacer 2 horas de estudio seguidas. Entonces, importante hacer un ejercicio de autoconocimiento, para poder saber cuáles son tus capacidades y límites, y empezar a trabajar sobre ellos.
Está demostrado que el mejor modo de llevar a cabo cualquier tarea con éxito es dividirla en pequeñas partes, y concentrarse por completo en finalizar cada una de ellas, dedicando toda nuestra atención a su finalización sin distraerse ni ocuparse en nada más.
Esta técnica fue concebida por el italiano Francesco Cirillo en 1980. Para organizar mejor su tiempo se le ocurrió, en su época de estudiante universitario, dividir sus materias de estudio en pequeños bloques y dedicar a cada bloque 25 minutos; para guiarse, usaba un reloj temporizador de cocina con forma de tomate (de ahí el nombre, ya que pomodoro es tomate en italiano), empleando el término para hacer referencia a estos períodos de absoluta concentración en una tarea.
Si te preguntas cómo funciona la técnica del pomodoro, consistente en lo siguiente:
Primero hemos de dividir en tareas, priorizarlas y ordenarlas por orden de ejecución. Una vez organizada la jornada, se pone el temporizador y se aborda la primera tarea; hasta que suene la alarma, esos 25 minutos se debe permanecer concentrado y trabajando de manera intensiva en la tarea, evitando cualquier otro tipo de distracción.
Una vez suene la alarma, se debe anotar o marcar la tarea a la que hemos dedicado el pomodoro y tomar una pausa breve de 5 minutos, empleando también nuestro temporizador para que nos avise también de la finalización de la pausa corta. Durante la misma se podrá hacer lo que se desee excepto trabajar en la tarea prevista.
Finalizada la pausa, volvemos a poner en el contador 25 minutos y abordamos un nuevo pomodoro.
Cada vez que se completen cuatro pomodoros, deberá hacerse una pausa larga de alrededor de 20 minutos, transcurridos los cuales se dará inicio a otro nuevo bloque de 4 pomodoros con sus respectivas pausas cortas.
La eficacia del pomodoro está más que demostrada como técnica de estudio; no en vano, a su creador le permitía concentrarse mejor para estudiar.
El método pomodoro basa su éxito en la capacidad de hacer más llevadero el estudio de una materia extensa al fragmentarla en bloques más pequeños y asumibles por estar estructurados en espacios cortos de tiempo, pero de gran intensidad, al concentrar toda nuestra atención en los mismos.
Con ello se reduce la fatiga mental, también al introducir pausas breves evitamos saturarnos y haciendo el estudio mucho más llevadero.
También sirve como un modo de automotivación, pues al ir marcando pomodoros o tachando tareas de nuestra lista, tendremos una mayor sensación de avance y nos proporcionará la satisfacción de ir viendo cumplidos nuestros objetivos para la sesión de estudio.
Así, esta técnica es particularmente efectiva para estudios universitarios cuyas asignaturas son muy densas y requieren muchas horas de estudio, como derecho, filosofía o historia, y se ha demostrado como una técnica especialmente recomendable para el estudio de oposiciones.
Además de para el estudio, el método pomodoro también resulta muy efectivo para desempeñar nuestra labor profesional, permitiéndonos completar un mayor número de tareas en un menor espacio de tiempo que si no lo empleamos y abordamos nuestra jornada laboral sin ajustarnos a este sistema.
La técnica del pomodoro nos ayuda a tomar consciencia del tiempo que necesitamos para completar cada actividad y nos permite organizar mejor nuestro tiempo. En este sentido, es fundamental respetar el pomodoro y ceñirse fielmente al mismo, de modo que no permitamos que ninguna distracción nos haga perder la concentración.
Así, si durante un pomodoro recordamos otra tarea pendiente, la anotamos y ya la gestionaremos en otro pomodoro, sin perder la concentración en la tarea actual; también funciona silenciar teléfono y notificaciones, ya que podemos devolver llamadas o mirar redes sociales en las pausas.
Ello vale tanto para nuestro trabajo de oficina, para la consecución de un proyecto o, incluso, para organizarnos tareas como la limpieza de primavera en casa o el cambio de temporada en los armarios: el método pomodoro sirve para cualquier cosa que sea susceptible de ser dividida en pequeñas tareas.
Para ello son numerosísimas las aplicaciones especializadas y gratuitas, las pomodoro trackers que nos permiten controlar cada pomodoro desde cualquier dispositivo, aunque también es válido cualquier cronómetro y, por supuesto, un temporizador de cocina, aunque no tenga forma de tomate.
Lo que esta técnica viene a demostrar es que, en definitiva, el secreto de nuestro poder para lograr cuanto nos propongamos reside en la concentración de nuestra energía en una sola cosa.
Mayor autodisciplina. Si aplicas la técnica pomodoro regularmente, entrenarás tu capacidad de concentración y tu capacidad para controlar tus impulsos, que se constituyen como las dos mejores condiciones para trabajar de forma productiva.
Mejores resultados. Las probabilidades de dar con una solución innovadora aumentan de forma notable si somos capaces de estar concentrados durante un período de tiempo prolongado en un asunto.
Curva de rendimiento más larga. Si intercalamos de manera inteligente la concentración y el descanso, la capacidad de rendimiento se mantiene en un nivel alto. El cerebro tiene ocasión para recuperarse y, de esta forma, serás capaz de trabajar de forma productiva durante varias horas consecutivas.
Mayor tiempo libre. Debido a que la productividad aumenta al concentrarnos en una sola tarea, se consigue terminar antes el trabajo y, en consecuencia, abandonar antes la oficina y disponer de más tiempo libre. Si la empresa no te permite irte antes, al menos tendrás más tiempo para descansar.
Valoración objetiva. Si anotamos el número de intervalos por cada día de trabajo, tendremos una visión general sobre nuestra productividad. En función del nivel de detalle de la estadística, podremos averiguar también qué tareas nos cuestan menos esfuerzo y qué condiciones tienen un impacto positivo o negativo sobre nuestra productividad. Toda esta información la podemos usar para organizar mejor nuestro día de trabajo y obtener mejores resultados.
Esta entrada ha sido publicada el 17/12/2021 10:00