Al conocer que somos movidos por emociones y que nuestras vidas se basan en ellas, además de conocer que las historias que nos conforman, las personas a nuestro alrededor, las experiencias, felicidades, obsesiones se encuentran permeadas por las emociones, entendemos el poder que tienen las mismas sobre nosotros y, extrapolando, sobre la sociedad en general.
El marketing emocional lo que intenta es despertar las emociones en los clientes. Se busca por todos los medios que las personas rememoren un estado, que lleguen, a través de diferentes estrategias, a un instante que los motivó, lograr un vínculo afectivo con los usuarios.
Las diferentes marcas utilizan el marketing de emociones para crear una lazo, un vínculo si se quiere, con el consumidor. De esta manera esa persona creará fidelidad a la marca y adquirirá los productos que esta le entregue.
No es de extrañar que dichas estrategias se utilicen. Hoy en día los usuarios son mucho más exigentes que antaño y crear una marca, posicionarla y generar ingresos con ella es cada vez más difícil. Los consumidores de ahora no son para nada parecido a los de tiempo atrás.
Ahora, el internet, las redes sociales y la forma en que vemos e interactuamos con el mundo nos lleva por los caminos de la inmediatez. Todo se necesita para ahora, se quiere ya y se desecha al instante. El marketing emocional es un muy buen antídoto para ello.
Sin embargo, no todo se encuentra cuesta arriba. Aunque las personas hayan cambiado, hoy contamos con muchos medios para generar estrategias, los generadores de contenido, publicistas y creativos en general ya no son vástagos sin albedrío en un mundo grande y ajeno, ahora cuentan con estrategias, medios, formas y experiencias que ayudan a navegar por el oscuro mar en que vivimos.
El vínculo que puede generar una marca con su público es la base fundamental del marketing emocional. Aunque se pueden dar marketing emocional ejemplos, la verdad es que si las personas no toman cómo suya una marca, si no se ven identificados en ella, si no logran volverla parte de su vida, todo lo que se haga será en vano.
Esto se consigue a base de trabajo y paciencia. Marcas enormes como Coca Cola han logrado esto debido a su trayectoria y a un excelente trabajo de marketing de emociones. Si conversas con tus amigos o familiares sobre recuerdos de su infancia en época navideñas, alguno de ellos, si no son todos, te hablarán de los comerciales de Coca Cola.
De una u otra manera asociamos estos buenos momentos a la marca, esto es el fin del marketing emocional.
Las marcas y las empresas detrás de ellas ahora tienen un trabajo muy grande para llegar a las personas. El mundo digital ha hecho que la publicidad se encuentre en todas partes, nos bombardee a diario y nos exponga a una saturación de contenido que nuestro cerebro, la mayor parte del tiempo, ignora.
Cómo implementar el marketing de emociones en estas circunstancias, cómo ir más allá sin aburrir, sin pasar desapercibido, crear estrategias de marketing emocional valederas y que cumplan su objetivo.
Estas son preguntas que debemos hacer y la respuesta es sencilla y a la vez no: es necesario crear experiencias sensoriales. Las experiencias son la base de nuestra forma de ser, el andamiaje en que se basa nuestra personalidad; quién no recuerda el primer beso, la sensación de la lluvia en nuestro rostro, la primera vez que vimos el mar, tocar la mano de la persona que amamos.
Esta entrada ha sido publicada el 08/10/2020 11:00