Categorías: Cine y Televisión

Experimento social cárcel de Stanford

Publicado por
Ignacio Romeo

A lo largo de la historia humana, el mundo de la psicología ha creado infinidad de experimentos sociales, pero jamás había creado un experimento tan macabro como el experimento de la cárcel de Stanford.

Este experimento fue llevado a cabo en 1971, pero aún se sigue hablando de ello. El experimento de la cárcel de Stanford ha generado revuelo en toda la sociedad, incluso se ha llegado a sacar una película sobre este experimento.

¿Qué fue el experimento de Stanford?

El Experimento de la cárcel de Stanford fue un experimento clásico de psicología que fue llevado a cabo en 1971 por Philip Zimbardo, quien era profesor en la Universidad de Stanford.

El experimento se configuró como una prisión y a los participantes se les asignó el papel de prisioneros o guardias. El estudio mostró cómo las personas actuaban de manera diferente cuando se les otorgaba diferentes roles, que eran de policía y de presos. Antes de empezar el experimento, se tenía estimado que tuviese una duración de dos semanas seguidas.
El experimento de la cárcel tuvo que terminar después de seis días de su comienzo, porque algunos de los participantes mostraban signos de estrés y ansiedad extremos, mientras que otros participantes llegaron a desarrollar comportamientos relacionados a una enfermedad mental.

Los sujetos del experimento fueron un grupo de 24 años mayormente blancos, jóvenes, de clase media y estudiantes universitarios. El grupo se dividió tras un sorteó en 2, donde a cada uno les fue asignado hacer el rol de policía o de preso.

El estudio se llevó a cabo para probar el efecto del poder en las percepciones del mundo de las personas y ver cómo se comportan. El experimento consistió en una discusión grupal en la que a los sujetos se les dio información sobre los prisioneros y los guardias, luego se les asignó ser guardia o prisionero, cada uno con su propio sombrero de color, rojo para los prisioneros y azul para los guardias.

Desarrollo del experimento

En primer lugar, los que tenían el rol de presos fueron arrestados en su propio domicilio, donde luego lo llevaron a una comisaría para que les tomaran los datos y vestirlo con el uniforme de preso para llevarlos a su celda. A los presos les tomaron sus huellas dactilares, entregaron todos sus objetos personales y les hicieron fotos como si fueran presos de verdad.
Los presos tenían asignados un número en su uniforme. Este número era su identificación, y los guardias solo podían nombrarles por su número identificativo. Los presos no tenían ningún privilegio, ya que solo podían salir de su celda para sus comidas o para los recreos obligatorios que se hacían por día.

A los sujetos que hacían de policía los llevaron a una sala donde una persona que estaba a cargo del funcionamiento del experimento les dijo que podían tomar las medidas que quisieran mientras se mantuviera la paz en la cárcel. Los policías fueron vestidos con su uniforme y se les asignó una porra y un silbato a cada uno. La única regla que tenían era la de no utilizar la violencia con ningún preso.

El primer día transcurrió sin ningún inconveniente, se siguió el protocolo a la perfección. Los presos tuvieron sus rutinas programadas y los guardias mantuvieron el orden acordado en la prisión.

Entrada Relacionada

El segundo día ya tuvo incidentes muy graves entre los presos y los guardias. Los guardias empezaron a humillar a los presos sin ningún motivo, haciéndoles hacer flexiones para reírse de ellos. Un guardia llegó a subirse en la espalda de un prisionero mientras estaba haciendo unas flexiones ordenadas por el guardia.

El caos en la cárcel se desató por el comportamiento inapropiado de los guardias hacia los presos. Los prisioneros dejaron de hacer caso a los guardias y se rebelaron contra ellos haciendo un fuerte con sus camas y almohadas en la puerta de su celda, mientras se negaban a cumplir las órdenes dadas por los guardias.

Los guardias se pusieron bastante nerviosos, ya que no estaban cumpliendo con su única tarea, que era mantener la paz en la prisión. Por lo tanto, para frenar la rebelión, se fueron a los barrotes y empezaron a rociar el polvo de los extintores hacia los presos.

A medida que el experimento avanzaba, el comportamiento de los guardias fue a peor, donde los guardias empeoraron su comportamiento, haciendo constantes humillaciones hacía los presos.
Los presos perdieron los derechos básicos que tenían los presos, como el poder ir al baño, hacerle limpiar la celdas con sus manos, incluidas los retretes, y lo dejaron sin cama, por lo tanto los presos tenían que dormir en el propio suelo.

En el segundo día el preso 8612 sufrió trastornos de enfermedades mentales y brote de furia, el cuál insultaba a los guardias y montaba alborotos, Los psicólogos se asustaron por el comportamiento que tenía y decidieron sacarle del experimento para que no sufriera más y poder tratarle. A los seis días el experimento fue cancelado por miedo de que fuese a peor el experimento.

Conclusiones del experimento

Una de las lecciones que se pueden aprender gracias a este experimento es que cuando las personas se encuentran en una situación extrema, se comportarán de una manera que normalmente no lo harían. En el caso de los presos, se volvieron violentos y agresivos con otros presos y guardias por igual. Esto demuestra que las personas son capaces de hacer cosas si se las pone en una situación en la que su moral es degradada actuarán de una forma distinta a la que lo harían en su vida normal.

La conclusión que se obtiene del comportamiento de los guardias es que se actúa con actitud superior cuando tienes un gran poder y estás por encima de algunas personas, en este caso los presos.

A día de hoy este experimento sigue siendo un tema de estudio para muchos psicólogos, que intentan averiguar los motivos de los comportamientos de los presos y de los guardias. Este experimento se hizo muy famoso, que incluso llegó a la gran pantalla gracias a una película que está basada en los hechos que ocurrieron en la cárcel.

Puedes ver el vídeo aquí:

Esta entrada ha sido publicada el 31/03/2022 13:25

Compartir
Ignacio Romeo

Publicado por
Ignacio Romeo